Comienzo esta nueva temporada hablando de un tema muy sentido en nuestros días de vuelta a la rutina: el de la motivación.
Porque si el verano es el tiempo de tomarse las cosas con más calma, septiembre es el mes de ponerse las pilas y ajustar el rumbo.
La importancia de sentirnos motivados
Hoy en día, vida, trabajo y realización personal tienden a coincidir siempre más y esta situación es claramente agotadora y asfixiante para nuestra creatividad. Lo que acaba por hacernos perder el gusto de las cosas y el rumbo de nuestro camino personal.
Una vez, era común encontrar una vía de escape a la rutina en un hobby, porque el trabajo representaba esencialmente una forma de sustentarse y no tenía por qué estar relacionado con el desarrollo individual de cada uno. Hoy, se ha hecho todo más difícil, si tienes un hobby lo primero que te preguntan es por qué no lo intentas monetizar. Así que el objetivo lúdico y de desahogo psicológico de la creatividad se ha ido perdiendo, todo lo que hacemos debe mostrarse y ser evaluado, comparado con los demás, recibir likes y posicionarnos en el olimpo de la comunidad virtual.
Es obvio que, con esta presión que nos persigue constantemente, es complejo centrarse en lo importante y dedicar tiempo a hacer lo que de verdad amamos y entender qué es lo que realmente nos motiva.
Vivimos en este estado de continua insatisfacción e inquietud por ser reconocidos en nuestro trabajo, y esta sensación tampoco nos abandona en vacaciones, porque, si tenemos un poco de tiempo libre, ya queremos “utilizarlo” para que sea rentable. Y así no paramos de elaborar estrategias, planificar, pensar y pensar….
Para despedirnos de las vacaciones con menos tristeza buscamos en la rentrée nuevos retos que nos motiven, un nuevo camino para reinventarnos o renovarnos y alcanzar el éxito.
Todo esto deja entender que para motivarnos tenemos que saber claramente hacia donde queremos ir, cuáles son nuestros propósitos o cuál es nuestra vocación.
Pero, ¿es realmente tan complejo encontrar la motivación? Si cada vez que necesitamos sentirnos motivados tenemos que viajar a nuestro interior, cuestionar nuestro camino y fijar nuevos propósitos o cambiar de rumbo, pues no lo tenemos nada fácil.
Tiene que ser más simple me he dicho. Y lo es.
Una cosa es la carrera de fondo como puede ser el viaje para conocernos mejor, entender nuestra vocación y talento. Otra cosa es el ejercicio diario que nos mantiene elásticos. Así, la motivación tiene que ser el motor que alimentamos cada día y que nos permita seguir adelante, pasito a pasito, por el camino del autoconocimiento.
Entonces, empecemos este nuevo curso con el propósito de buscar y alimentar nuestra motivación, para que nunca nos falte ese carburante.
Primer paso: entender qué es la motivación
Hay que empezar aquí por lo básico, porque muchas veces se confunden conceptos que van relacionados como puede ser el tema de la motivación con el de los propósitos y de la vocación de cada uno. Tenemos que trabajar sobre una cuestión a la vez: si la vuelta de las vacaciones se hace muy dura, lo que necesitamos es volver a entrar en el flujo sin bloquearnos ni frustrarnos. La rutina en fin de cuentas no es tan mala, solo debemos aprender a escaparnos de ella de vez en cuando, para luego volver con las pilas cargadas. Esta parte es la más difícil, claro, el clásico tortazo de la vuelta a la realidad del cole, de la uni, del trabajo o de lo que sea. Y es aquí donde necesitamos recuperar energías e ilusión para seguir adelante.
No es por nada, pero si analizamos mejor vemos que la palabra motivación viene del latín motivus -movimiento- más el sufijo –ción, de acción y efecto. Esto ya nos lo dice todo, y si pensamos en la primera ley de la física de Newton que dice que los objetos en moto tienden a mantenerse en movimiento, entendemos entonces la motivación como esa energía que se autoalimenta de nuestra actitud a tomar acción. Se puede resumir el concepto con estas palabras: toma acción ahora para sentirte motivado luego.
Personalmente, entender esto me ha cambiado totalmente la perspectiva sobre las cosas, y no niego que sea difícil de llevar a la práctica, pero ahora tengo claro el primer paso a dar si algún día me siento desmotivada.
Esta hermosa carta que escribió en 1965 el artista Sol LeWitt a su amiga, la artista Eva Hesse, explica magníficamente lo que quiero decir.
Aquí te dejo la carta entera traducida:
* * * * *
Querida Eva,
Hace casi un mes que me escribiste y posiblemente has olvidado cómo era tu estado mental (aunque lo dudo). Parece que sigues como siempre y que, tratándose de ti, estás en estado de odio. No! Aprende a mandar a tomar por culo al mundo de vez en cuando. Tienes todo el derecho a hacerlo. Simplemente deja de pensar, preocuparte, de mirar por encima del hombro preguntándote, deja de dudar, temer, sufrir buscar la salida de emergencia, luchar, aferrarte, confundirte, rascarte, murmurar, trastabillarte, tartamudear, tropezar, resbalar, gruñir, lamentar, hacer trampas, revolverte, insultar, criticar, aullar, sacudir, calcular, gemir, afilar, desollar, mesarte el pelo, despiojarte, mearte, hurgarte la nariz, apretar el culo, meter el dedo en el ojo, señalar, escabullirte, aburrirte de esperar, dar pequeños pasos, mirar mal, rascarte la espalda, perseguir, calumniar y molerte, molerte, molerte la cabeza de tanto pensar. Para y simplemente ¡HAZ!
El trabajo que estás haciendo suena muy bien. Haz más. Más cosas sin sentido, locas… lo que sea… Hazlo hasta hartarte sin pararte a pensar. Intenta despertar algo dentro de ti. En el fondo, eres lo que se esconde en la parte más secreta de tí. No te preocupes por lo ‘molón’, haz tus propias cosas ‘no molonas’. Haz cosas tuyas, tu propio mundo. Si tienes miedo, sácale provecho a ese temor: dibuja y pinta ese miedo y ansiedad. Y deja de preocuparte de cosas grandes y profundas como “decidir sobre el sentido de la vida”. Tienes que practicar y aprender a ser estúpida, tonta, vacía, a no pensar. ¡Entonces serás capaz de HACER!
A pesar de que te atormentas a ti misma, tu trabajo es muy bueno. Intenta hacer algún trabajo mal, lo peor que se te ocurra y mira lo que pasa. Pero ante todo, relájate y deja que todo se vaya al infierno. Tu no eres responsable de todo lo que hay en el mundo, sólo eres responsable de tu trabajo. Así que HAZLO. Y no pienses que tu trabajo tiene que seguir una línea preconcebida. Puede ser lo que tú quieras que sea. Pero si crees que tu vida sería más fácil si dejaras de crear, entonces para. No te castigues a ti misma. Sin embargo, creo que crear está tan intrínsecamente metido en ti que te sería más fácil ¡HACER!
De alguna forma, entiendo tu actitud porque tengo esas mismas dudas de vez en cuando. También tengo ‘reevaluaciones agónicas’ de mi trabajo: momentos en los que lo cambio todo tanto como puedo, odio todo lo que he hecho e intento rehacerlo de una forma diferente y mejor. Tal vez, necesito ese proceso para empujarme hacia adelante… la sensación de que puedo hacerlo mejor que esa mierda que acabo de terminar. Quizá tú necesites tu agonía para llevar a cabo lo que haces. Y tal vez te incite a hacerlo mejor. Pero es muy doloroso, lo sé. Sería mejor si tuvieras la confianza de, sencillamente, hacer las cosas y no pensar más en ellas. Ya sé que sólo tenemos energía para trabajar una cantidad de tiempo y el resto del día se queda libre para nuestros pensamientos, pero a la hora de trabajar o antes de trabajar, tienes que vaciar tu mente y concentrarte en lo que estás haciendo. Después de haber hecho algo, ya está hecho y punto. Con el tiempo te darás cuenta de que algunas cosas son mejores que otras pero también podrás ver hacia qué dirección te encaminas.
Debes creer en tu habilidad. Intenta hacer las cosas lo más terrible y escandalosamente que puedas… Impáctate a ti misma. Tienes en tu mano la habilidad de hacer cualquier cosa.
Con amor,
Sol
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En el próximo cápitulo seguiré profundizando con este tema, pero, por el momento, empieza. Ahora y por aquí 😉 :