La naturaleza siempre ha sido nuestra primera musa, nunca deja de sorprendernos y muchas veces nos ofrece respuestas a preguntas que ni siquiera habíamos imaginado. Hace poco, leí en el periódico de la publicación de un estudio del biólogo Randolf Menzel, sobre la capacidad de pensar de las abejas. Me entusiasmé tanto de este pequeño y a la vez enorme descubrimiento que me entraron ganas de profundizar el tema en el blog. Mi fascinación por las abejas me viene desde la infancia. Y qué niño no siente curiosidad por estos insectos que vuelan de flor en flor, que evocan la primavera, los campos y la dulce miel que producen.
de un archivo libre de ilustraciones antiguas
El cerebro de una abeja es minúsculo: tiene un volumen de un milímetro cúbico y contiene menos de un millon de células. Hagamos una comparación: el cerebro humano se compone de ¡86 millares de neuronas! Y, sin embargo, las investigaciones más recientes indican que son capaces de pensar, planificar, contar e incluso quizás… soñar.
Lo que me ha parecido más interesante entre las conclusiones de Menzel es que estos insectos no solo saben comunicar sino que lo hacen a través de un sistema simbólico, como los seres humanos.
Que las abejas posean un sistema de comunicación muy elaborado ya lo había descubierto el biólogo Karl von Frisch cuando observó la danza de las abejas. En realidad ya Aristóteles había descrito esa conducta en Historia Animalium del 330 a. C.. Es asombroso: a través de movimientos en círculo, como una verdadera danza, consiguen comunicar a sus compañeras dirección, distancia y calidad de una fuente de alimento.
Pero el mismo Von Frisch en aquella época las había considerado incapaces de pensar.
Quizás nos podría sorprender lo contrario ¿no? Pero pensar – entre otras cosas- representa la habilidad de formar conceptos y categorías. Gracias a los estudios de Menzel hoy sabemos que las abejas saben relacionarse con categorías abstractas como igual – diferente, arriba – abajo, simétrico – asimétrico… En realidad se debe precisamente al tamaño minúsculo de su cerebro la necesidad de ordenar los estímulos en categorías, para poder elaborar respuestas específicas.
La novedad en los últimos estudios sobre las abejas es haberlas observado en su forma individual y no solo agregativa. Hasta este momento la colmena se había considerado principalmente como si se tratara de un superorganismo con una única mente. Esto ha sido motivo de investigación en el sector de la inteligencia artificial, por ejemplo.
ilustración de un libro de botánica del sigo XIX
En los experimentos de Menzel el individuo abeja es protagonista, su capacidad de percibir colores, sabores, su olfato y oído excelente. Se han abierto así las puertas a nuevas direcciones de estudio, centradas en la habilidad de estos animales de memorizar, aprender, elaborar estrategias, reconocer rasgos faciales, resolver problemas….y, al parecer, también de soñar, que al fin y al cabo es un proceso fisiológico que en todos los vertebrados tiene la función de ayudar la memoria a consolidarse.
Todos estos descubrimientos me parecieron aún más emocionantes al rememorarme un libro que me regalaron a los 11 años, más o menos, A hive for the honey-bee, de Soinbhe Lally. Una pena que no se haya editado en español (y esta es una invitación a las editoriales para que traduzcan al castellano este texto, ¡que es una maravilla!). La historia tiene como protagonista a una abeja obrera y simplemente narra su breve vida dentro de la colmena. Es una ficción pero en realidad se basa en las costumbres reales de las abejas, podría definirse un tratado de etología muy simplificado y expresado en un lenguaje poético. Es un cuento que nos hace reflexionar sobre los sueños, el destino, la vida. Un texto que la autora escribió con gran conocimiento y un poco de intuición, que nos ofrece un cuadro muy nítido de la vida dentro de una colmena, consiguiendo acercar el joven lector a la efímera existencia de una abeja, con gran sensibilidad y ternura.
ilustraciones de Soinbhe Lally
Así que cuando leí que el biólogo Menzel dejaba suspendida una pregunta: ¿es que sueñan las abejas? Me acordé de la pequeña abeja obrera del cuento de Soinbhe Lally, que un día soñó pararse a descansar sobre una rosa blanca para beber de sus pétalos las gotas de rocío fresco.
ilustración de Soinbhe Lally
Creo que en este particular momento histórico que vivimos es imprescindible tener más conciencia de la naturaleza que nos rodea, la cual no solo es fuente de inspiración continua, es nuestra fuente fundamental de vida. Todos tendríamos que saber bien lo importante que son las abejas para el ecosistema entero, sobre todo para el ser humano con el que conviven y se relacionan desde milenios. Estos insectos sociales están en serio peligro de extinción por culpa de la mala acción del hombre sobre el planeta y esta amenaza es un riesgo que no podemos permitirnos.
En este video TED la investigadora Marla Spivalk nos explica muy bien el problema actual de las abejas (dura unos 15 minutos y está subtítulado).
Si he conseguido trasmitirte la curiosidad por estos pequeños animales increíbles, quizás te pueda interesar leer el libro La vida de las abejas del poeta Maurice Maeterlink. Es un ensayo precioso, en el que la ciencia se demuestra fuente de inspiración para la filosofía, la literatura, hasta la poesía…porque como dijo este poeta belga:
La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza en lo que no sabemos, que es todo
Muchas gracias, excelente texto e inspiradora información.
Gracias a ti Daniel 🙂