El verano para mí significa mar, no necesariamente playa, pero sí mar: olas, olor a sal, azul cobalto, arena mojada…
Así que en esta última entrada antes de las vacaciones voy a hablar de dos libros y un álbum infantil, vinculados con el mar. Y que se relacionan con este elemento del mismo modo en que yo lo veo: con misterio, fascinación y maravilla (después la redacción, o sea yo, se tomará una breve pausa para pensar nuevos contenidos, mejorar el blog…y, por supuesto, disfrutar de las vacaciones 😉 ) .
Para mí estas emociones se traducen en imaginar criaturas marinas, leyendas y aventuras. Conque empiezo citando un maravilloso librito: Fábulas y leyendas de la mar, de Tusquets Editores, un recopilación de textos de Álvaro Cunqueiro. Y es que como este autor no hay nadie que sepa hablar de océanos y mares. Como dice Nestor Lujuán en el prólogo:
Leyendo a Cunqueiro, en la fantasía libre y desatada de estos artículos se comprende que se sintiera obligado a narrar cuanto imaginaba, que quisiera conservar la incitación que es para el hombre un mundo que tiene muchos significados, infinidad de enigmas enriquecedores, muchedumbre de noticias prodigiosas. Y se agradece profundamente que quisiera perpetuar todo ello con espléndida eficacia, «como quien, en cabaña de monte nevado, conserva el tesoro del fuego».
Desde Ulises a Simbad el marinero, las aventuras sobre el mar tienen en común el deseo de descubrimiento, la curiosidad, la necesidad del ser humano de ponerse a la prueba. El libro Moby Dick, por ejemplo, es una metáfora de todo esto, pero no voy a hablar del fascinante relato de Herman Melville (se necesitaría una enciclopedia para desenredar toda su simbología y sus citas literarias).
Lo que quiero es presentar un álbum que en este texto se ha inspirado, Ahab y la ballena blanca (ediciones Edelvives), ilustrado por Manuel Marsol, un artista capaz de manejar diferentes técnicas pictóricas con gran maestría.
Creo que este libro es una pequeña obra de arte, capaz de devolvernos ese imaginario hecho de misterio y respeto por el océano que es parte de nosotros desde que nacemos. Bueno, para mí todavía es así.
Volviendo al libro, me encanta el original punto de vista de Manuel Marsol sobre un clásico como Moby Dick al conseguir hacer una reinterpretación de la historia con un toque de humor. El capitán Ahab tiene que enfrentarse a toda una serie de aventuras para dar con su obsesión, la enorme ballena blanca. Y quizás lo que anda tanto buscando esté más cerca de lo que uno pueda pensar.
ilustración de Manuel Marsol
Desde una clave formal me parece muy interesante el estilo utilizado por el ilustrador, pictórico y casi matérico. De hecho, el mismo Marsol explica su inspiración en las pinturas del artista madrileño López Soldado, así como directamente de sus propios recuerdos relacionados con el mar: la pintura desconchada de las barcas, la piel resbaladiza de los peces, la granulosidad de la arena, la algas aterciopeladas sobre el fondo marino…
ilustración de Manuel Marsol
También es un modo de ilustrar que deja espacio al error y al azar, porque se desarrolla a través de manchas y combinaciones de colores. Muchas veces la mano se deja llevar por la creación misma en la búsqueda de un ambiente, una sensación o un matiz adecuados. La línea queda en segundo plano detrás de la composición y el color.
Pero de las palabras del mismo autor podemos entender más sobre la idea general del libro:
Quería transmitir sobre todo emociones relacionadas con mis recuerdos de infancia sobre el mar (la oscuridad, lo desconocido, lo fantástico, etc) y con eso que a uno se le queda cuando lee algo que le gusta y que luego le resulta imposible de contar con palabras. Me refiero a emociones relacionadas con Moby Dick que se habían quedado ahí al leer la novela. Como cuando sueñas algo y en tu cabeza está muy claro, pero tratas de contárselo a alguien y entonces deja de ser lo que era. En parte esa es la gracia del arte, tratar de expresar algo sin saber cómo. Pero es curioso que fuese saliendo a flote, como una ballena, el tema de la obsesión. Y no hablo tanto de la obsesión del Ahab de Melville, sino de la obsesión que yo mismo podía tener con querer hacer un trabajo bonito. Cualquiera que se dedique a la creación puede sentirse identificado con esa sensación de estar dando vueltas y vueltas a una idea y no dar con la tecla por la simple razón de estar encima de ella.
Este es un extracto de una entrevista muy interesante de Un periodista en el bolsillo a Manuel Marsol, y si te apasiona este autor te recomiendo que te la leas (sin embargo para un analisis más en profundidad del proceso creativo puedes ver esta entrada de Picturebook Makers.
ilustración de Manuel Marsol
Siempre sobre el tema ballenas, traigo aquí otro consejo de lectura. Y es que para mí las ballenas son el símbolo del mismo mar. Criaturas misteriosas e increíbles, testigos de que en las profundidades marinas hay mucho que desconocemos. A demostrarnos que el mar no nos pertenece y que debemos cuidarlo con amor y respeto.
El libro es Leviatan o la ballena de Philip Hoare, ediciones Ático de los libros. Un ensayo que nace de la obsesión del autor por estos enormes mamíferos. Un poco como el capitán Ahab, Philip dedica su vida a buscar ballenas, pero en su caso con finalidades de estudio y observación. De los resultados de esta larga búsqueda nace este interesantísimo libro que nos ayuda a adentrarnos en los dominios de estas misteriosas criaturas en las profundidades de los océanos. El autor explora la tormentosa relación del hombre con las ballenas y mantiene un estilo narrativo cautivador, juntando historia, biología y literatura.
Así que con estos tres libros te dejo que disfrutes de las vacaciones y te invito a mirar hacia el mar de otra manera, para que aunque no tengas esa inmensidad azul delante de los ojos siempre puedas soñar con él.