Desde siempre el ser humano ha sentido una profunda inquietud por viajar, explorar lo desconocido, huir de la rutina, hacer nuevas experiencias… son deseos que surgen naturales y que es difícil reprimir.
El viaje es un excelente recurso de inspiración y que seamos intrépidos lectores, ilustradores valientes o nómadas creativos siempre será un tema sobre el que pensar.
El increíble viaje de Marco Polo en un Atlas catalán de 1374 (fuente imágen)
Mientras escribo, voy de camino a Galicia, refrescante meta de mis agostos desde que soy pequeña, y en estos días, cómplice las tantas horas de carretera (mi viaje empieza desde Venecia), me han hecho reflexionar sobre este argumento.
Además, acabo de hacer un curso con el ilustrador Jesus Cisneros (del que te hablé aquí) que estaba focalizado en el cuaderno y diario de viaje, por lo cual en los días siguientes no he podido evitar pensar en cómo podría aprovechar de las vacaciones para trabajar en mi propio diario.
El cuaderno de viajes es algo que me fascina desde siempre, de hecho, ya había hablado del travel journal como ejercicio creativo precedentemente. Pero siempre me pasa lo mismo, compro mil libretas, lleno un maletín de pinceles y pinturas, y al final termino sacándolos una o dos veces.
Soy sincera, se me hace muy complicado llevar un sketchbook de camino, porque, entre ir con el coche de un lado para otro y ver mil cosas, es difícil sentarse unas horas con tranquilidad a trabajar, así que normalmente suelo volcarme en la fotografía. Lo que pasa es que cuando vuelvo a casa siento la frustración de no haber cumplido con mi propósito.
Si tú también eres como yo, con mil ideas para hacer durante las vacaciones, te recomiendo este libro para no estresarte demasiado, El arte de Viajar de Alain De Botton (no lo he encontrado en castellano, pero aquí te dejo el enlace a la edición inglés), escritor/filosofo suizo. Y es que, volviendo a mis reflexiones en el coche, estaba yo pensando en qué sentido tenía el viajar para mí y en cómo encontrar el tiempo de completar mis libretas y de expresar de alguna forma lo que sentía y aprendía. Pero, por suerte, me volvieron a la mente las palabras de De Botton. El autor nos habla del viaje como momento de conexión con nosotros mismos, pero al mismo tiempo nos explica que focalizarse demasiado en este propósito puede causar frustración.
Aquí arriba un video del canal youtube de Alain de Botton, The school of life, en el que reflexiona sobre varios temas. ¡Muy recomendado!
El viaje como metáfora de un recorrido interior es algo de lo que se suele hablar a menudo, este puede, efectivamente, ser una buena ocasión para emprender un camino de desarrollo personal o por lo menos buscar las respuestas a aquellas preguntas que hemos guardado en un cajón. El otro lado de la moneda es vivir el viaje con demasiadas expectativas y con la ansiedad de perdernos siempre algo, o de volver con las manos vacías.
De Botton analiza las satisfacciones y posibles desilusiones que viajar supone, porque también hay que aceptar que esto suceda. Es una especie de anti-guía, porque normalmente todas las informaciones turísticas que encontramos no hacen que estresarnos aún más, presionándonos por ver todo lo imperdible de un lugar y, al final, nuestras vacaciones se transforman en un tour de force. Sin embargo, el autor nos invita a reflexionar sobre lo que nos llevó hasta un cierto lugar y sugiere cómo vivir un viaje de forma más feliz y serena.
Yo he entendido el error, no debemos cargar el viaje de expectativas centradas en nosotros mismos, sino descubrir en él un motivo para perdernos . Porque al final perderse es la verdadera maravilla del viaje (solo así seremos luego capaces de encontrarnos de nuevo 😊).
Bien lo sabían los artistas y escritores románticos que buscaban en el gusto por lo exótico (el exotisme) no solamente una solución estética, sino una metodología perceptiva. Una forma de entrenar la mirada a la diferencia, para cambiar la perspectiva de nuestro ego.
página del cuaderno de Gauguin (por cierto…he descubierto que Gallimard ha editado un facsímil de todos los bocetos del artista)
cuaderno de viaje de Delacroix (en pinterest puedes encontrar más imágenes)
Con la masificación turística hoy se corre el riesgo de que el viaje se transforme de experiencia en práctica de consumo. Pero también existe la posibilidad de repensar nuestro viaje de forma más creativa, buscando en él más bien un método que una finalidad.
Hay que dar importancia al recorrido y recoger lo que podamos durante el camino. Para ello necesitamos desarrollar dos habilidades esenciales, la capacidad de percepción y la de traducción. Primero saborear de verdad la experiencia del viaje y, en segundo lugar, si queremos, ser capaces de traducir en expresión lo que hemos aprendido y visto por el camino a través de la narración, la pintura, la fotografía, etc…cada uno es libre de encontrar su lenguaje más idóneo.
El sketchbook es históricamente, uno de los formatos más utilizados para preservar las memorias de un viaje, luego llegó la fotografía y ahora Instagram y bueno, la cosa se ha ido un poco de las manos…
Un tiempo los ilustradores acompañaban a los exploradores en sus expediciones, o eran ellos mismos que decidían emprender un viaje, y sus dibujos tenían el objetivo principal de documentar sus aventuras y descubrimientos. Un buen libro que recopila los mejores ejemplos de dibujos de viajes de exploradores, artistas, escritores es Explorers’ sketchbook: the art of discovery and adventure (ed.Thames and Hudson), una verdadera enciclopedia sobre el argumento, imperdible para los apasionados del género.
También hay un lado más creativo en estos trabajos, cuando el viajar se hacía recurso para la imaginación y la experimentación. Bocetar desde la observación directa es siempre muy útil pero también puede ser muy interesante relacionar lo que vemos con nuestra imaginación y memoria. Un ejemplo es el libro del editor Luis Renard, Poissons, écrevisses et craves, de diverses couleurs et figures extraordinaires, que l’ou trouve autour des Isles Molusques, et sur les côtes des terres australes, publicado en 1719. Consta de 100 láminas con 460 grabados en cobre coloreados a mano, en los que se pueden ver peces, crustéceos, insectos, y una sirena. Sí, una sirena, de la que se da detalle de captura y todo.
Samuel Fallours, quien realizó los dibujos, estuvo realmente al servicio de una expedición de la Compañía de las Indias pero es evidente como sus ilustraciones no nacen solo de la pura observación.
En conclusión, lo más importante es hacer del viajar una experiencia única y personal, si nos da tiempo y tenemos ganas haremos fotos, dibujos, iremos a todos los lugares señalados en la guía…pero si no, da igual. ¡Aquí revindico el derecho del viajero a perderse en sus propios viajes! Y aprovecho para desearte unas felices vacaciones (si ya estás de vuelta piensa que siempre puedes volver a viajar con los libros 😉 ).
Bueno, ya sabes que, si no me ves mucho por aquí, es que me he perdido…y mi tiempo está bien aprovechado 🙂
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andarAntonio Machado