Edward Gorey ha sido uno de los ilustradores más prolíficos y originales del siglo XX. No es una casualidad que hable de él ahora que nos acercamos a Halloween, porque efectivamente sus dibujos pertenecen a un imaginario macabro y grotesco típicamente occidental. El mismo autor definía su obra como “whimsically macabre”, o sea caprichosamente macabra, y “literally nonsense”, por su sentido surrealista. Algo que enseguida nos hace pensar en un cierto gusto estético, pero sazonado con bastante humor.
Los surrealistas pensaban que no había nada más misterioso que la vida cotidiana. Estoy de acuerdo. La vida cotidiana es muy desconcertante.
E.Gorey
De hecho sus historias hablan de presencias oscuras, de muerte, de mansiones decadentes, y es cierto que el autor consigue que el lector se sienta incómodo, perturbado, siempre con la sensación de que algo terrible vaya a ocurrir. Pero el lado irónico y caricaturizado, siempre bien evidente, hace que las mismas historias se mantengan en un equilibrio irresistible.
Edward Gorey, con sus dibujos en blanco y negro y sus personajes pálidos y larguiruchos, ha sido capaz de fascinar tanto a adultos como a niños (si bien siempre admitió que este último no era su público de referencia). Y la verdad es que su misma persona se inscribía perfectamente en su intención artística, observando sus fotos no puedo no pensar, por ejemplo, en personalidades como la de Oscar Wilde o la de Charles Baudelaire, que siento afines a la suya.
También me viene a la mente el ilustrador del art noveau Harry Clarke, por el trazo y el gusto gótico.
Para entender la enorme influencia de su trabajo en nuestra cultura visual hasta hoy en día, pensemos en Tim Burton, uno de sus mayores fans, que con sus películas, en particular Bettlejuice y Edward Scissorshead (Eduardo Manostijeras), ha hecho revivir el imaginario de Gorey en la gran pantalla. Hay que admitir que, aunque no se conozca directamente a este gran ilustrador, su estilo y su estética resultan por lo meno familiares.
Si bien lo grotesco y lo macabro son los trazos más reconocibles de su estilo, junto al aire victoriano de sus dibujos y a su personalidad dandy, lo estético no puede ser el único marco en el que llevar a cabo un análisis exhaustivo de la obra de Edward Gorey. Este autor tenía una profundísima cultura y una curiosidad voraz en disciplinas diferentes. Ante todo estaba su gran amor por el arte, la literatura y el teatro, célebre es su aporte en el diseño para la producción de Broadway de Drácula, en 1977. También era un grandísimo aficionado de ballet y no se perdía un espectáculo del New York City Ballet.
Espectáculo de Drácula con escenografía y vestuario de Edward Gorey
Entre sus artistas favoritos, Gorey nombra varias veces a escritores como Jane Austen, Lewis Carrol, Anthony Trollope, Lady Murasaki Shikibu, Robert Musil; a pintores como Francis Bacon, Balthus, Vermeer, Piero de La Francesca; al coreógrafo ruso George Balanchine… y bueno, la lista sería demasiado larga para escribirla por completo. Lo curioso es que Gorey podía hablar apasionadamente de poetas como T.S. Eliot o filósofos como Wittgenstein, junto a series como Buffy la cazavampiros o Expediente X. Su cultura era de 360°.
Por otra parte, su formación artística no fue muy consistente. En 1943 estudió solamente un semestre en el Chicago Art Institute. En algunas entrevistas Gorey admite sentirse muy inseguro con sus dibujos, su proceso creativo empezaba siempre desde la parte literaria, después, en un segundo momento, trabajaba en la visual. Y efectivamente todas sus ilustraciones tienen las dimensiones exactas de las publicaciones definitivas. También la elección del blanco y negro fue inicialmente dictada por necesidades económicas de impresión, y al final Gorey, como él mismo dijo, acabó pensando solo en escala de grises.
Un ejemplo de artista e ilustrador que siendo autodidacta ha conseguido llegar muy lejos, y que nos demuestra como la curiosidad insaciable es la mejor herramienta para crecer y mejorar en nuestras pasiones y en nuestro trabajo. La cultura es siempre el recurso más valioso, así como buscar nuevos desafíos para encontrar los estímulo que necesitamos. El estilo tan personal y cautivador de Edward Gorey ha sido el resultado de su capacidad individual de observar y reelaborar toda la inspiración que le llegaba de sus artistas favoritos (hay una importante relación entre el proceso creativo y el ejercicio de copiar).
Lo curioso es que un personaje tan emblemático y, al parecer, inquieto, en realidad era un hombre muy tranquilo, poco propenso al viaje y bastante rutinario.
Dos cosas entre todas le hacían profundamente feliz: los libros y los gatos 🙂