Hay temas que en la literatura infantil son recurrentes, como por ejemplo el del vuelo. Desde siempre el hombre ha tenido envidia de los pájaros, por muchos inventos y avances que haya hecho la tecnología, aún no conseguimos volar como lo hacen las aves, sin la ayuda de máquinas.
Volar tiene también un importante significado simbólico y arquetípico que podemos encontrar en diferentes culturas. Los arquetipos son manifestaciones del subconsciente colectivo que alimentan mitologías, arte y rituales sociales. En lo especifico, el arquetipo del vuelo corresponde a una dicotomía que pertenece a la civilización desde sus albores, la del cuerpo contra el alma, el peso del ser terrenal frente a la ligereza del espíritu y de la imaginación.
En relación con el hombre, el vuelo es un valor que lo acerca a la dimensión del viaje espiritual, de la trasformación, de lo onírico , ¿quién no ha soñado con volar alguna vez?
Vuelan los superhéroes que dejan a los niños boquiabiertos, las hadas y las brujas. Y antes que nadie voló Ícaro demasiado alto, tan cerca del sol que se le quemaron sus hermosas alas de cera haciéndole precipitar.
«Paisaje con la caída de Ícaro», Pieter Brueghel el Viejo, 1554-1555. Aquí el autor resalta el error de Ícaro, al querer volar demasiado cerca del sol, y su caída. Pero también como el mundo sigue adelante independientemente de las tragedias individuales: el labrador, el pastor y el pescador siguen tranquilamente con sus ocupaciones.
Ya hablé de una increíble aventura a través de los cielos precedentemente, pero ahora me voy a focalizar en algunos significados del volar en los cuentos y en la narrativa infantil, siempre tan abundante en metáforas.
En los álbumes infantiles el vuelo adquiere un significado liberatorio: las alas nos permiten escapar de la realidad, de las categorías, de nuestras obligaciones.
Parece como si el hombre estuviese destinado a vivir con la nostalgia de la levedad que caracterizó su infancia (así como a la infancia de la humanidad), un sentimiento que se expresa sobre todo a través de algunos géneros narrativos específicos, como el cuento y el realismo mágico o la narrativa fantástica. En ellos el vuelo se carga de todos sus significados metafóricos y se vuelve un elemento casi indispensable, como un aviso para el lector de que estamos entrando en un universo de fantasía, en el que las leyes son diferentes a las que conocemos en nuestro día a día. Así Dorothy empieza su aventura cuando sale volando con su casa por un tornado y aterriza en la maravillosa tierra de Oz…
Ilustración de W.W. Denslow para la edición original del libro «The Wonderful Wizard of Oz» de L. Frank Baum
O Mary Poppins baja del cielo con un paraguas para llevar su mágica ayuda a una familia estancada en una vida demasiado “real”, y siempre con un vuelo, Peter Pan nos conduce al país de nunca jamás.
Ilustración de Mary Blair para Peter Pan
“Segunda estrella a la derecha y todo recto hacia el amanecer” es probablemente una de la indicaciones más precisas de la historia literaria y sin embargo nos conduce a un país de hadas, sirenas, piratas y niños perdidos. Pero vamos, con dos alas yo no dudaría un segundo en seguir ese camino 😉
En la narrativa infantil el expediente del vuelo es entonces un elemento que puede dar mucho juego, cada historia resalta matices metafóricos particulares.
Por ejemplo, en Mi papá es un hombre pájaro de David Almond, ilustrado por Polly Dunbar, las alas que el padre de la pequeña Isabelita construye para participar a una competición de pájaros humanos, representan la necesidad de recuperar la levedad de la vida frente a la reciente pérdida de su esposa.
También pienso en Wolf Erlbruch, en su La señora Meier y el mirlo (editado por Libros del Zorro Rojo). Una historia tan simple que se hace de todos, porque en nuestra cotidianidad es fácil sentirse acosados por las preocupaciones, como ocurre a la señora Meier en el libro. Como siempre, las ilustraciones de este autor se limitan a lo esencial ganando en expresividad. Algunos expedientes visuales resaltan el significado entre líneas de la historia: página tras página las ilustraciones salen del marco que las encierra al principio, y una mancha de tinta negra, lo que en un primer momento parece casi un error del ilustrador, se hace cada vez más grande según aumentan las preocupaciones de la aprensiva señora, hasta parecer tragársela entera.
Pero un día la señora Meier encuentra un pequeño mirlo caído del nido y decide llevarlo a su casa para alimentarlo y cuidarlo. Pasa el tiempo y llega el momento de enseñarle a volar, entonces ¿qué hacer sino tomar el vuelo ella misma para motivar al pequeño pájaro?
La historia se cuenta de una forma tan natural que al final lo que sucede nos parece casi obvio.
La delicadeza y el humor de Erlbruch nos acompañan a lo largo del cuento y cuando vemos a la señora Meier volando sobre los campos con su amigo mirlo, tampoco se nos hace tan difícil de imaginar. Finalmente nos damos cuenta de que la nube negra, en principio tan amenazante, ha desaparecido.
Otra aventura que nos hace despegar del suelo es El vuelo de la familia Knitter (editorial A Buen Paso), escrito por Guia Risari e ilustrado por Anna Castagnoli. En este caso padres, hijos, perro y gato, todos juntos, toman lecciones de vuelo del canario de casa, y emprenden un maravilloso viaje que les llevará a una isla paradisíaca.
Aunque tarde o temprano deberán enfrentarse a la temible pregunta ¿volver o no? Pero la respuesta tampoco es tan importante, más bien lo es reflexionar sobre la necesidad de buscar un camino propio y de no tener miedo de soñar, sin olvidar que es mucho mejor si las aventuras se hacen juntos (yo estoy segura de que cada familia tiene su isla secreta a la que volar de vez en cuando).
A diferencia del libro de Erlbruch, aquí nos movemos en una dimensión que ya desde el principio nos parece onírica y evocadora, gracias también a las delicadas ilustraciones en tinta y aguada de Anna Castagnoli.
En los dos casos el vuelo se hace metáfora y filosofía de vida, porque escapar de la realidad de vez en cuando es necesario y nos ayuda a cambiar de perspectiva. A ver si de tanto leer no nos salen dos alas a nosotros también 😉
«El paseo» de Marc Chagall, 1917. Este artista siempre relacionó el volar al amor