¿Existen emociones básicas, universales? Es lo que desde siempre se preguntan filósofos, psicólogos y antropólogos.
En principio se diría que sí, todos sabemos qué es el amor, la tristeza, la rabia, etc…Pero, ¿lo sabemos realmente? Cada emoción se compone de muchos matices, y cobra un significado propio en base al entorno cultural en el que se desarrolla. Esta es la tesis de la historiadora cultural Tiffany Watt Smith, que en su libro The book of human emotions describe bien 156 emociones alrededor del mundo, con el objetivo de individuar los matices comunes. Y lo que emerge de su trabajo es lo enriquecedoras que son las diferencias, ya que nos dan una idea de cómo lo que sentimos es la directa expresión de la cultura donde crecemos.
Quizás tú también hayas probado alguna vez una cierta emoción que no sabrías definir. Bien, pues seguro que en algún rincón del mundo podrás encontrar la palabra exacta para explicar tu sentimiento 😉 .
ilustración de Lotta Nieminen
Si hay emociones fundamentales comunes es porque hemos pasado por las mismas etapas evolutivas, como el caso del miedo, que nos ha enseñado a escapar de los predadores, o de la rabia, a alejar rivales. Todos tenemos un kit básico de sentimientos que nos ayudan a comunicar y a entendernos entre nosotros, pero luego hay que saber que existen también diferentes tonalidades de los mismos.
Por ejemplo, para los pintupi, aborígenes que viven en el desierto de Australia Occidental, ¡hay 15 tipos diferentes de miedo!: ngulu, el miedo que sentimos cuando otra persona busca venganza; kamarrarringu, la sensación de que alguien está detrás de ti; kanarunvyju, el miedo a los espíritus malignos que no te permite conciliar el sueño, y nginyiwarrarringu, el espasmo de alerta que te hace ponerte de pie y mirar alrededor, buscando qué lo ha causado.
Algunas palabras con relativas emociones que puedes encontrar en el libro, y que me he divertido a ilustrar para esta entrada (para más definiciones puedes ver aquí):
Este estudio nos da también una indicación de cómo el idioma es vivo y flexible, adaptándose a la cultura a la que pertenece. No todo es traducible literalmente y las diferencias nos ayudan a explorar distintos matices de la esencia del ser humano. Desde mi punto de vista, hay tantas emociones cuantas personas en el mundo, y la empatía es una habilidad que se puede entrenar y desarrollar con la práctica.
La palabra es seguramente nuestro mejor instrumento de comunicación e investigación de sentimientos y pensamientos. Y efectivamente, como dice Tiffany Watt Smith, la forma en la que llamamos a nuestras emociones influencia nuestra capacidad de sentirlas y de saber por dónde vamos. Si comprendo que lo que siento es ansiedad o tristeza, o las dos cosas juntas, sabré también cómo enfrentarme a ellas.
Sobre este tema quiero traer otro ejemplo, el de un libro para niños (¿para niños? 😉 ) Lost in Translation, de Ella Frances Sanders, editorial Zorro Rojo, un verdadero diccionario donde encontrar todas las palabras que necesitas cuando no sabes cómo expresar lo que sientes.
En este libro encontrarás:
palabras de belleza esquiva que recorren el espectro de la experiencia humana y nos recuerdan que estamos fundamental e intrínsecamente unidos a cada una de las personas de este planeta a través de los sentimientos y del lenguaje
Una obra que es un tributo al poder de la palabra, en un presente en el que si bien estamos más conectados virtualmente, se hace siempre más difícil comunicar y se cae a menudo en malentendidos.
Pero ¿y cómo comunicar emociones sin utilizar palabras?
Pues naturalmente con el arte. Si la palabra nos ayuda y es necesaria para individuar matices de significado, la imagen es icónica y puede representar de forma inmediata arquetipos y sentires comunes. Así que me despido con un maravilloso ejemplo de libro, ¿En qué piensas? de Laurent Moreau, ediciones Kókinos, donde el autor consigue explicar cómo funcionan las emociones dentro de nuestras cabezas, utilizando la capacidad evocativa del dibujo. Cada figura tiene una ventanilla despegable, si la abrimos, vemos lo que está pensando el personaje.
María está muuuy celosa
Rosa se está enamorando de Antonio
haces un hermoso trabajo, llegue por casualidad… aunque dicen que las casualidades no existe. ¡Gracias!
Muchisímas gracias Thais!
Yo también creo en las «no casualidades» 😉
Un abrazo!