Lo que no estaba preparada a descubrir en nuestro viaje hacia el desierto, era una tal variedad de paisajes y microclimas cada pocos kilómetros.

valle Draa

 

 

– El Atlas y el Valle de las Rosas –

 Dejando Marrakech a nuestras espaldas, nos dirigimos con nuestro guía y su súper todoterreno hacia la cadena montañosa del Atlas. Su pico más alto llega a 4000 metros, de hecho aquí se encuentran las pistas de esquí más altas de África – si, ¡en Marruecos se esquía! Nosotros pasamos los 2000 metros, y aunque era enero, por suerte no encontramos nieve. Sin embargo se nos presentó delante de los ojos un paisaje espectacular que, a no ser por los diminutos poblados de casitas de barro entre los montes, no te daba seguramente la sensación de estar en Marruecos.

Superado el paso de montaña nos paramos a visitar una cooperativa de mujeres que trabajan el argán: la semilla magica para una piel esplendida. Si tengo que ser sincera el olor del aceite de argán puro no da muchas ganas de aplicárselo en la cara….pero bueno, la belleza comporta sacrificios 😉

Inmediatamente después las alturas del Atlas, pasando rápidamente por Ouarzazate y la Kasbah Amridil en Skoura, llegamos al Valle de las Rosas. Claro que en enero hay pocas rosas, una lastima…así que me he dicho que tendré que volver en mayo (¿qué, parece que cualquier pretexto es bueno? 🙂 ).

Nuestro alojamiento Chez Pierre se encontraba bastante más adelante, en las Gargantas de Dades, y llegamos ya por la noche: quizás fue porque entré en el hotel con la luz de la luna,  rodeada del silencio y de la oscuridad de la garganta, pero me pareció un lugar mágico. Y de hecho el chef se demostró un verdadero mago y nos preparó una cena exquisita: por fin no solo tajín (¡y que el tajín me encanta!), sino una elaboración creativa con ingredientes locales. También probamos un vino marroquí excelente,  rompiendo con nuestro propósito de no tocar gota de alcohol en toda la semana, pero una amante del vino como yo no podía perder la oportunidad de probar un producto local (que por cierto, se hace pagar).

 

valle Dades Marruecos

 

– Dades y Todra –

El panorama de las Gargantas de Dades es espectacular: muros de roca roja y ocre que crean un curioso contraste con el blanco de los bosques de abedules ¡una vegetación que no te esperas a estas latitudes! Desde lo alto de la garganta se puede admirar la carretera serpenteante y las kasbahs totalmente camufladas en el paisaje. Aquí las rocas asumen una forma muy particular, las llaman “dedos de mono”, pero a mí también me vino a la mente la imagen de un enorme cerebro.

El cañón del Todra es todavía más impresionante, con sus paredes altas hasta 300 metros y el rio de aguas cristalinas  que lo atraviesa. Aquí la vegetación cambia completamente: las aguas de rio Todra dan riego a un extenso palmeral que desde las gargantas se extiende por 20 km hacia la ciudad de Tinerhir.

 

– Merzouga y el desierto de Erg Chebbi –

Merzouga era la etapa más emblemática del viaje: el punto de partida para nuestra excursión al desierto Erg Chebbi (erg significa desierto de arena, mientras que el de piedras se llama hamada), quizás el programa que nos hacía más ilusión del viaje.

Cerca de Merzouga se encuentra Khamlia, que visitamos la primera mañana: la población es sobre todo gnawa, descendientes de los antiguos esclavos mauritanos de Marruecos. Son famosos sobre todo por su música muy característica e hipnótica,  que utiliza instrumentos similares a castañuelas, recreando el ruido de las cadenas de sus antepasados.

Aquí también alojamos en un riad precioso, Riad Madu, pero solo la primera noche porque la segunda nos fuimos de campamento.

 

Merzouga-Marruecos

 

Bueno, ver el sol bajar paseando en dromedario por las dunas, es una experiencia increíble, por muy turística que pueda parecer. Y os aseguro que mantener el equilibrio sobre su joroba es un excelente ejercicio para las nalgas 😉

 

dromedarios-ErgChebbi

 

Nos habíamos preparado como para ir de batalla, pero la verdad es que el campamento estaba muy bien montado, con aseos y electricidad (aprovechando de la energía solar que en el desierto no falta). Cada uno con su tienda, mientras que en una grande a parte cenamos con el tajín más rico de todo el viaje! Y después encendimos un gran fuego para calentarnos contando historias (por la noche en el desierto se hiela).

¿Y que decir del despertar entre las dunas? Nos ofrecieron un buen té de menta humeante mientras desde  la duna más alta podiamos ver surgir el sol: es increible como cambian los colores de la arena con la luz. Y fue un espectaculo totalmente diferente al que habiamos asistido al atardecer el día anterior.

 

camping-ErgChebbi

 

té-en-el-desierto

 

– Rissani, Ouarzazate  y las mil kasbahs –

Si los zocos de Marrakech son fascinantes, ¡los de Rissani más! Nosotros hemos pasado por lo menos una hora en la farmacia tradicional,  escuchando al médico/curandero que tenía un remedio para cualquier cosa, entre pócimas, hierbas, especias etc…. Al final yo me quedé con el khol y con unos jabones perfumados de flor de naranja y ámbar.

 

especias-Marruecos

 

En Ouarzazate nos paramos una noche, esta ciudad es famosa por sus estudios de cine. Prácticamente todas las películas rodadas en África salen de aquí. La carretera que la atraviesa se conoce por el número de kasbahs que la rodean, como la de Armridil y Ait Ben Haddou. Esta ultima es la más conocida porque ha sido el set de películas como Lawrence de Arabia, El Gladiador, La Momia o El té en el desierto de Bertolucci.

El ksar de Ait Ben Haddou es muy bonito, desde su altura se extiende un panorama fascinante: el paisaje árido del desierto contrasta con el verde brillante de la vegetación cercana al rio. El cielo era de un azul casi plástico, con la silueta del Atlas y sus picos blancos a lo lejos.

 

kasbah-ait-ben-haddou

 

Lo único es que es muy, pero muy turístico, si en enero estaba lleno de gente, no me puedo ni imaginar en primavera!

….de vuelta a Marrakech

Dejado atrás el valle de las mil kasbahs de Ouarzazate nuestro viaje había llegado a su fin. Teníamos que regresar a Marrakech donde nos quedaban los dos días finales, uno de estos destinado a la excursión a Essaouira (de la que he hablado aquí ).

Así que esto es todo: un viaje demasiado breve pero de verdad intenso. Una experiencia que sugiero vivamente a todos y, para nosotros, un recuerdo encantador y seguramente las ganas de volver.

Si te ha picado el mosquito de Marruecos, en mi próxima entrada, relacionada a esta aventura, voy a hablar un poco de todo lo que puede inspirarte para este viaje, mis mejores recuerdos y algunos consejos sobre lo que merece la pena comprar o lo más curioso 🙂  .

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Un comentario en “Viaje a Marruecos #2: Ouarzazate y el desierto de Merzouga”

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