En sus Seis propuestas para el próximo milenio, el capítulo que Calvino denomina visibilidad es una investigación sobre el valor de la imagen en relación con la palabra escrita o, generalizando, con la información. El autor nos invita a investigar sobre el proceso de creación de imaginarios desde la narración y viceversa.
Como habrás intuido si lees este blog, la relación entre texto e imagen es un tema que me fascina mucho.
¿Qué valor puede añadir una ilustración al texto? ¿Cómo interactúa lenguaje escrito y visual? ¿Pensamos antes con imágenes o con palabras?
Caperucita Roja, ilustrada por las fotografías de Sarah Moon
Caperucita Roja por la artista Kiki Smith
Aquí arriba dos ejempos de como un mismo texto puede dar origen a infinitos imaginarios.
Todas estas son preguntas que me parecen muy oportunas y, a través de mi pasión por los álbumes ilustrados y las artes visuales, busco cada vez nuevas ideas para investigar sobre estos temas.
Pero, para empezar, hay que entender el significado de imaginación. Esta palabra viene del latín imaginatio que significa “acción y efecto de formar una figura mental”. Hay algo que me parece mágico en este mecanismo de crear imágenes desde nuestro interior, solo gracias a nuestra fantasía.
Creo que la imaginación es una capacidad humana esencial, pero demasiadas veces subestimada. Entender como funciona y aprender a desarrollarla es el mejor regalo que podamos hacer a nosotros mismos. El proceso de imaginar puede desarrollarse en dos posibles direcciones: desde la palabra a la imagen (por ejemplo cuando leemos un libro) y desde la imagen visual al texto (por ejemplo cuando vemos una película).
Lo que imagina la curiosidad, un precioso libro ilustrado que leí este año (y del que hablé aquí), nos enseña que imaginación y sed de saber se alimentan mutuamente. Y esa pequeña magia que decía antes sería entonces la poesía, un hilo sutil que une las intenciones de investigación científica, artística y espiritual.
Lo que imagina la curiosidad, ilustrado por Mo Gutiérrez Serna
En el análisis de Calvino encontramos un concepto parecido:
La mente del poeta y, en algún momento decisivo, la mente del científico, funcionan según un procedimiento de asociaciones de imágenes que es el más veloz para vincular y escoger entre las infinitas formas de lo posible y de lo imposible
Calvino define la imaginación de tres formas distintas: como una herramienta de conocimiento, que arte y ciencia comparten; como identificación de un alma y subjetividad universal; como repertorio de lo potencial, de lo hipotético, de lo que no es, no ha sido ni tal vez será, pero que hubiera podido ser.
La última es, sin duda, mi definición preferida.
En este momento vivimos en una sociedad de la imagen, sumergidos por una lluvia de imágenes prefabricadas, pero ¿cuáles son las consecuencias de nuestra cultura sobre la imaginación individual? Sin una situación de “ausencia”, ¿cómo podemos imaginar?
Imagen de Disruptionhub
Recuerdos, experiencia directa, cultura visual, siempre han sido los elementos básicos en la formación del imaginario personal de un individuo, en sus combinaciones infinitas y susceptibles de evolución. Mientras que, en la actualidad, es casi difícil distinguir entre lo vivido y lo visto en la tele o en internet. Esto seguramente tiene mayores consecuencias en la capacidad imaginativa de un niño, sobreestimulado por la imágenes del exterior, pero sin la posibilidad de experimentar. La mente se vuelve más vaga y menos elástica.
En sus seis propuestas Calvino incluye entonces la visibilidad, que coincide con la imaginación, porque corremos el riesgo de perder esta capacidad:
La capacidad de enfocar imágenes visuales con los ojos cerrados, de hacer que broten colores y formas, de alineamiento de caracteres alfabéticos negros sobre una página blanca, de pensar con imágenes.
No existe forma de mirar que no se relacione a un lenguaje, también cuando pensamos nos hablamos en silencio: nuestra forma de imaginar integra palabras e imágenes espontáneamente. Y no es solo esto sino también elementos táctiles, acústicos, emotivos aparte de visuales.
Un lenguaje puede ser por ejemplo la pintura, Van Gogh transcribe su realidad imaginaria a través de su pincel
Nuestro pensamiento que da forma a narraciones personales es multisensorial, porque el ser humano es una máquina perceptiva muy desarrollada. Este es un elemento que debemos aprovechar cuando queramos escribir, contar, crear, dar forma a nuestras ideas. O, por ejemplo, en la creación de una estrategia de comunicación a través del storytelling: que sea con intenciones de marketing, informativas, o simplemente narrativas, da igual. Nuestra sociedad se basa en imágenes múltiples e inmediatas, por lo tanto también una buena historia no puede prescindir de ellas, pero el acto de ver es un acto complejo, que hay que indagar en profundidad si queremos expresar claramente un concepto.
Calvino identifica entonces en la literatura el mejor instrumento para concretizar imágenes pero también, en sentido opuesto, la literatura es un recurso desde el que crear estas imágenes.
Todas las realidades y las fantasías pueden cobrar forma a través de la escritura,
en la cual interioridad y exterioridad, mundo y yo, experiencia y fantasía aparecen compuestas de la misma materia verbal.
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En la próxima entrada hablaré de la última propuesta de Calvino: la multiplicidad