Con pintar el cielo estreno este mes de junio, que quiero dedicar al valor creativo de la práctica de dibujar y pintar, entendida en un sentido más explorativo y didáctico.
Con este propósito, vuelvo a mencionar a Bruno Munari (aquí hablé de su libro Fantasía y aquí de sus ejercicios creativos), en una serie de posts basados en sus libros Dibujar, pintar y construir. Una colección creada por el diseñador italiano a finales de los años Setenta, con el objetivo de inspirar a maestros, educadores y padres, en el enseñamiento del lenguaje visual. Aunque parezca increíble, aún hoy, treinta años después, esta colección sigue siendo uno de los mejores ejemplos de educación a las artes visuales. Para Munari era importante impulsar los niños a experimentar, saliendo de los estereotipos del dibujo infantil, que pueden transformarse en una limitación para su desarrollo creativo. Pero estos libros también pueden ser útiles para quien se acerque al dibujo por primera vez o para ilustradores en busca de inspiración.
El dibujo es la mejor herramienta – y la más inmediata – para conocer el mundo, así que, ¡hay que aprovecharla! Mirar hacia las cosas como lo hace un artista nos ayuda a ser más creativos y perceptivos .
Como decía, el primer volumen del que quiero hablar nos invita a pintar el cielo y a hacerlo siempre a través de una mirada curiosa.
El autor, Renate Eco, nos hace desde las primeras páginas una pregunta: ¿es el cielo siempre azul? Como podemos observar en cualquier momento éste puede ser blanco, rosa, gris, naranja, amarillo, rojo, verdoso….o negro y oscuro.
Y además, ¿cuántos azules existen? ¡Muchísimos! Si prestamos atención, encima de nuestras cabezas en un solo día se pueden suceder diferentes matices de celeste, azul clarito, azul fino, ultramar, ágata, etc…
Podemos hacer una lista de todos los adjetivos con los que describir el cielo: grande, pequeño, alto, bajo, cercano, lejano, despejado, nublado, plomizo, estrellado, claro, soleado, lluvioso, cubierto…. ¡Seguro que puedes encontrar muchos más! La poesía en este sentido es un recurso excelente, en ella puedes descubrir cielos que ni te esperabas: desgarrados, pesados como el plomo, infinitos como una ventana siempre abierta, llorosos, lechosos, sangrientos, en pedazos….
Lo que entendemos es que el cielo depende de nuestra mirada. Pero si queremos una definición exacta siempre podemos acudir a un diccionario: «el cielo es una esfera aparente azul y diáfana que rodea la tierra». Dibujar un circulo azul puede entonces ser una forma de representar el cielo, y así era en las ilustraciones de la Edad Media, pero allí adquiría un significado simbólico más que descriptivo, por lo que la esfera celeste se incluía en una visión de orden universal. Este era el punto de vista de una humanidad que buscaba en el cielo una reconfortante protección, a la vez que temía sus ojos que lo veían todo.
izda, Disco de Nebra, edad del Bronce; dcha, particular de La creación y expulsión del paraíso de Giovanni di Paolo, 1445
La ilustración científica tiene como objetivo la representación exacta y objetiva de la realidad, pero normalmente, si queremos expresarnos con el arte, lo que buscamos es comunicar nuestro personal punto de vista, un sentimiento, individual o colectivo.
Nuestro punto de vista es muy importante también a la hora de pintar el cielo, porque colocaremos la línea del horizonte en base a nuestra perspectiva. Efectivamente:
el cielo es alto exactamente como yo lo veo.
Renate Eco
También puede cambiar de forma, si lo miramos desde una ventana es un rectángulo, desde debajo de un árbol es un mosaico, desde el avión llena todo nuestro alrededor.
En su obra James Turrell nos regala un pedazo de cielo: Meeting 1986, MoMA PS1, Nueva York. (fuente imágen)
Si lo vemos reflejado en el agua el cielo se mueve, aunque hay algunos lagos con aguas tan inmóviles que no se entiende si el cielo verdadero es el de arriba o el de abajo.
La forma del cielo también depende de las nubes, que algunas veces son compactas como el algodón, otras ligeras y trasparentes como un velo. Las nubes tienen la capacidad de hacer que el cielo parezca más o menos lejano, y se identifican con diferentes nombres: cirrus, stratus, cumulus, nimbus, pileus, virga, pannus y más.
En el cielo podemos ver relámpagos, que en unos segundos lo desgarran como si lo fueran a partir en dos. También vemos el arcoíris, un fenómeno que nunca deja de maravillarnos. El arcoíris es un gran maestro, el primero a enseñarnos todos los colores del espectro luminoso, y lo hace de la forma más sencilla, con una demostración directa.
El artista Walter de Maria quiso dibujar en el cielo, usando literalmente los relámpagos: Lightining Field, Nuevo México, 1977. (fuente imágen).
Gabriel Dawe ha recreado con hilos de colores un arcoíris dentro del Toledo Museum of Art (Ohio): Plexus 35, 2016. (fuente imágen)
El cielo asimismo puede representar emociones. Desde siempre es el lugar privilegiado en el que las civilizaciones colocan a sus divinidades y seres legendarios. Rayos, tormenta y granizada, en el pasado se consideraban la consecuencia de la rabia o de la tristeza de los dioses. Durante siglos los hombres han dirigido sus oraciones hacia el cielo esperando ver en el sol, saliendo detrás de las nubes, o en la lluvia ligera que irriga los campos, una señal de benevolencia.
En tiempos antiguos el cielo estrellado envolvía a los fieles al entrar en los lugares de culto – izda, Mausoleo de Gala Placidia, siglo V°; dcha, Capilla de los Scrovegni, Giotto, siglo XIV°
También hoy en día miramos al cielo para decidir como vestirnos, si emprender un viaje, si regar las plantas…y, sin duda, ¡influye en nuestro humor!
Dicho todo esto, finalmente podemos empezar a pintar el cielo, un cielo que será solo nuestro, entre miles de posibilidades diferentes. Aclarado que el firmamento cambia siempre, según quien lo mire, lo más importante es experimentar con materiales y técnicas. Para encontrar el medio que más se acerque a expresar lo que en ese momento el cielo significa para nosotros.
Algunos célebres cielos del arte, ¿adivinas quién los pintó?
De técnicas para probar a pintar el cielo hay casi infinitas 😉 (si te falta la inspiración te recomiendo que eches un vistazo a los ejercicios que aquí propone Alberto Albarrán).
Para un cielo denso y pastoso podemos utilizar el óleo, si lo queremos trasparente y vibrante de color, lo mejor será optar por la acuarela. Con tizas y pasteles podemos conseguir una multitud de matices. Si lo que queremos es evidenciar su estructura, podemos probar la tinta, el lápiz o el carboncillo.
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Esta serie de entradas Aprender a mirar, aprender a dibujar, como mencioné al principio, son un poco un experimento, un formato de post focalizado más en la práctica y en la educación de las artes visuales para niños. Me encantaría saber si lo que has leído te ha gustado, si te ha sido útil o de inspiración. Así sabré si seguir por este camino 🙂 . ¡La próxima semana toca Dibujar el sol y Pintar el agua!
Me encanta esta serie que has iniciado. Te enseña a mirar el mundo más detenidamente y apreciar lo que nos rodea. Maravilloso para los niños
Muchas gracias.
¡Muchas gracias Lina! Es muy importante enseñar el lenguaje visual a los niños, y hacerlo de forma simple y divertida. En este sentido Bruno Munari es un gran maestro 🙂
Un abrazo,
Claudia
Me gusta.
Un buen articulo.
Me encantó!!!! Maravilloso artículo, salí inspirada con ideas para mis peques
Mil gracias!!
Espero que lo hayas disfrutado mucho con tus peques 🙂