Hoy quiero hablar de la pintora estadounidense Georgia O’Keeffe (1887-1986), madre del modernismo americano, pero considerada desde un punto de vista diferente, el de su cocina.
Ya se sabe que cocinar es un arte. Un arte que yo lamentablemente no tengo, por mucho que mi madre se empeñe 😉 .
Lo que si tengo es un buen paladar, aunque la comida no solo me gusta probarla, claro, sino que también ¡comérmela con los ojos! Seguro que me entiendes si hablo de la energía que trasmite la fruta o la verdura con sus colores, o de fotos de recetas tan estéticas que casi podrías colgarlas en la pared como cuadros.
Así que no me resulta nada extraño si un artista toma inspiración de la cocina o viceversa. En el libro Dinner with Georgia O’Keeffe, de la editorial Assouline, la fotógrafa Robyn Lea ha reunido recetas, notas y retratos de la artista americana con sus propias fotos, tomadas en el Ghost Ranch de Abiquiú en Nuevo México, lugar en el que Georgia O’Keeffe pasó la segunda mitad de su vida.
El libro se puede considerar una investigación sobre el universo visual de la artista, aunque realmente es un recetario. Al igual que es un excelente libro de arte y fotografías, por las hermosas imágenes que vemos en sus páginas y, en cierto modo, es incluso una biografía. Las recetas van acompañadas de algunos comentarios y notas de O’Keeffe, y nos muestran sus gustos, sus elecciones nutricionales, y de alguna manera también su forma de ser, su filosofía de vida. Me parece muy interesante la posibilidad de que arte y cocina se relacionen, y aunque ya hablé de este tema de forma más irónica con el libro Arte a la carta, pienso realmente que descubrir el lado más íntimo de un artista, escudriñando entre sus fogones, nos puede ayudar a entenderle mejor o simplemente a inspirarnos.
No es que me fíe mucho del popular dicho “dime cómo comes y te diré quién eres”, que quede claro, pero siempre es interesante poder conocer a un creativo desde una perspectiva diferente a su trabajo, porque nos puede dar algunos indicios sobre su sensibilidad y el proceso de desarrollo creativo.
Si tomamos por ejemplo a Andy Warhol – que llamaba tarta a un trozo de chocolate entre dos rebanadas de pan- su relación particular con la comida, entre hamburguesas y alimentos preparados, refleja bien una existencia solitaria, privada de una infancia psicológicamente sana, pero también indica su visión irónica del sueño americano.
En el caso de Georgia O’Keeffe, recorriendo las páginas del libro de Robyn Lea, llama inmediatamente la atención la fuerte conexión entre los colores de los platos y los tonos de las pinturas de la artista.
[She] approached the presentation of food in the same way she approached a painting: with an eye for simple yet strong compositions, enormous respect for quality materials and ingredients, and a deep love of color.
Su vida se ve focalizada en la búsqueda de un contacto profundo con la naturaleza, en un redescubrimiento de la misma en clave sensual. Sus cuadros son un placer para la vista pero también evocan perfumes y sensaciones táctiles, al igual que sus platos (para una lectura más profunda de su obra hay que añadir que Georgia O’Keeffe siempre negó cualquier matriz freudiana en sus pinturas, esto creo que nos impulsa a ver en sus obras la expresión de una sensualidad más espiritual que física. Dicho esto, cada uno es libre de seguir su interpretación personal 🙂 ).
más pinturas de Georgia O’Keeffe
Para la artista era vital entrar en relación con las plantas, las flores del jardín y las verduras de la huerta, y amaba alimentarse con el producto de sus cuidados. En este libro también emerge un mensaje ético, que invita a los lectores a alimentarse de forma sana y natural, a considerar la comida como fruto de un paciente trabajo y de un diálogo con la naturaleza. Y de la misma manera se pueden considerar los cuadros de Georgia. Pintar era para ella una forma de relacionarse con su entorno, de intercambiar emociones con el mundo vegetal.
otro interesante artículo sobre Georgia O’Keeffe
For her this was a direct relationship between the artist’s intake of good food, and the subsequent quality of the artistic output. In other words, if you partake in an inspiring, nutritious breakfast, you are giving yourself the best chance to create inspiring work that same day.
Y para concluir, qué mejor que publicar una de sus recetas:
Boršč con nata ácida y eneldo fresco
Ingredientes para 4 personas
4 remolachas grandes, 1 cucharadita de sal, 1 cucharadita de azúcar, 3 yemas de huevo, el zumo de 2 limones, 4-5 cucharadas de nata ácida, unas ramitas de eneldo, pimienta negra recién molida, un poco de brotes de lo que se prefiera para decorar
Corta y lava las remolachas, ponlas en una cazuela grande y cúbrelas con 2 litros de agua más o menos. Añade una cucharadita de sal. Tapa la cazuela y cuece una hora más o menos. Saca las remolachas del agua con una espumadera y escúrrelas, reservando medio litro del agua de cocción. Deja que se enfríen, pélalas y rállalas. En una pequeña cazuela, calienta el agua de cocción reservada, añade el azúcar, y revuelve. Poco a poco agrega también las yemas y el zumo de limón, mezcla bien. Vierte el compuesto en un cuenco y añade las remolachas ralladas. Vierte la nata acida y ajusta de sal y pimienta, amalgamando bien el conjunto. Deja en la nevera unas dos horas. Decora con brotes y pimienta.
No te queda que animarte y ¡probar!
Qué bonito descubrimiento, el de Georgia O’Keeffe, tengo que probar a hacer esa crema de remolacha de color invitante!
besos desde el huerto de la Isla 🐡
🙂 Sí,¡tiene muy buena pinta!