Hablar de rapidez significa hablar de ritmo, de una medida temporal.
En un contexto narrativo, esta se puede plasmar a voluntad del autor, ya que el ritmo de una historia, novela, poesía o ensayo, es parte de un específico lenguaje literario.
Es curioso ver como la reproducción del tiempo real en una obra narrativa nos deja paradójicamente con una sensación casi de claustrofobia y de extrañamiento. Un buen ejemplo es la pelicula The Clock del artista Chistian Marclay, que en 2011 ganó el León de Oro de la Bienal de Venecia.
The Clock dura 24 horas y cada una de sus secuencias se refiere al minuto en que el espectador está viendo la película: si en la vida real son las 11 de la mañana, la pantalla recoge una escena en la que un reloj o un personaje indican las 11 de la mañana.
Según la definición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el ritmo es “grata y armoniosa combinación de voces, cláusulas, pausas y cortes en el lenguaje poético y prosaico”. Y en un sentido figurado, se define como “orden acompasado en la sucesión de las cosas.»
En la segunda de sus «Seis propuestas par el próximo milenio«, Calvino nos habla de un ritmo específico, la rapidez, aunque el autor aclara desde el principio que cada virtud que menciona lleva en sí también su significado contrario.
¿Pero, en qué consiste el valor de la rapidez?
Suena un poco raro, porque efectivamente hoy en día parece que este atributo haya causado más bien una pérdida de valores que otra cosa: nos sentimos siempre demasiados lentos, las conexiones virtuales permiten una comunicación más rápida pero también más fugaz, vivimos con la ansiedad de quedarnos atrás….¿cómo puede ser la rapidez una virtud?
Calvino nos lo explica así:
Rapidez de estilo y de pensamiento quiere decir sobre todo agilidad, movilidad, desenvoltura
El autor se refiere a la rapidez intelectual, que podemos traducir en un contexto más general con flexibilidad y, yo diría, con intuición.
Para aclarar este concepto, Calvino cita también a Leopardi en el Zibaldone:
La rapidez y la concisión del estilo agradan porque presentan al espíritu una multitud de ideas simultáneas, en sucesión tan rápida que parecen simultáneas, y hacen flotar el espíritu en tal abundancia de pensamientos o de imágenes y sensaciones espirituales que éste no es capaz de abarcarlas todas y cada una plenamente o no tiene tiempo de permanecer ocioso y privado de sensaciones.
Como he dicho, para mí tiene que ver mucho con la intuición: ese chispazo de la conciencia que deslumbra el acto creativo, el tiempo instantáneo de una mirada.
La rapidez mental no se puede medir, no es competitiva como la búsqueda de inmediatez de la realidad virtual, no tiene valor práctico, y su significado está en el placer que otorga al lector atento. Sin querer negar con esto la importancia de la dilatación y de la pausa.
En su conclusión, Calvino explica que estas dos condiciones, rapidez y lentitud, son dos funciones vitales esenciales y complementarias. Y las simboliza en las figuras de dos dioses antiguos: Mercurio (Hermes), que representa la sintonía y la comunicación, la integración con el mundo que nos rodea; Vulcano (Hefesto), que representa la concentración, la capacidad de detenerse y de enfocarse.
Vulcano encadenando Prometeo, 1623, de Dick Van Baburen. En el fondo se ve a Mercurio sonriente
La concentración y la destreza de Vulcano son las condiciones necesarias para escribir la aventuras y las metamorfosis de Mercurio. La movilidad y la rapidez de Mercurio son las condiciones necesarias para que los esfuerzos interminables de Vulcano sean portadores de significado […]. El trabajo del escritor debe tener en cuenta de dos tiempos diferentes: el tiempo de Mercurio y el tiempo de Vulcano, un mensaje de inmediatez obtenido a fuerza de ajustes pacientes y meticulosos, una intuición instantánea, que, apenas formulada, asume la finalidad de que no podía ser de otra manera […]
También en las artes visuales el ritmo es fundamental: este puede ser lineal, formal, cromático, lumínico. Además, el orden de los elementos visuales marca la velocidad o intensidad del ritmo que representa, estructura la composición y dirige la mirada del espectador focalizando su atención (para profundizar en este aspecto recomiendo este artículo sobre el el ritmo visual).
Garrowby Hill, 1998, David Hokney
Numero 8, 1949, Jackson Pollock
Desnudo bajando unas escaleras, 1912, Marcel Duchamp
Kandinsky, artista abstracto y teórico del arte, interpreta la búsqueda de un ritmo visual como una forma de comunicación espiritual: un cuadro no necesita representar objetos externos, porque es capaz de sugerir emociones y sentimientos a través del impacto directo del color y de las formas. En este sentido color y formas se trabajarían como si de música se tratase, según los principios de armonía y desacuerdo.
Linea transeversal, 1923, Vasilij Kandinskij
La pintura abstracta y el arte minimalista son movimientos artísticos que estudian a fondo el concepto de ritmo y de equilibrio entre rapidez y lentitud.
Sin título, 1974, Donald Judd (fuente imagen)
East-West/ West-East, Richard Serra
En los álbumes ilustrados este concepto se hace más complicado: ritmo del testo y ritmo visual tienen que complementarse y conseguir un cierto equilibrio expresivo que invite a la lectura, según el target de edad al que se refieren. La rapidez y la síntesis son dos elementos importantes en la narrativa infantil en la que el ritmo de una historia es fundamental. La capacidad del ilustrador es de saberse integrar al texto y utilizar la libertad que el lenguaje de la ilustración le otorga para jugar con el tiempo, pero contemporáneamente sin alejarse demasiado de la línea narrativa.
Caperucita Roja de Kárpáti Tibor : un excelente ejemplo de ritmo en el albúm ilustrado, en este caso sin palabras (pero la historia la sabemos de memoria 🙂 ). El ritmo es tan evidente que casi se puede leer como música. La reseña completa en el blog Le figure dei libri (italiano).
Esta lección nos enseña la importancia de buscar el ritmo más adecuado, para esto tenemos que tener muy claro lo que queremos decir, ya seamos escritores, ilustradores o artistas. Pero también es una clave de lectura para el lector o espectador más curioso: aprender las normas estructurales del lenguaje nos ayuda a dominar el arte de la comunicación (un buen ritmo es imprescindible si quieres contar un chiste o presentar en público, por ejemplo).
Es también una invitación a leer la realidad con una mente más flexible e intuitiva. Como propósito para el año nuevo, podemos así recordar tener en cuenta el tiempo de Mercurio y de Vulcano, y encontrar nuestro propio ritmo.
Una de las formas iconográficas de la locución latina «Festina Lente», que significa «apresúrate despacio»: en este caso se trata de un fresco realizado por Lorenzo Sabatini en 1565, para Palazzo Vecchio – Ricetto (Fuente)
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Si todavía no has leído las Seis propuestas para el próximo milenio de Italo Calvino, espero que con este artículo te entren ganas de hacerlo…nos vemos en el siguiente capítulo para reflexionar sobre la exactitud.